domingo, 26 de febrero de 2012

Aquí y ahora

Amanece. Abro los ojos y observo a mi alrededor. No ha sido un sueño, estoy aquí realmente. Estas no son las paredes de mi habitación y no estoy en mi cama… Todo se torna caótico en mi interior por unos instantes hasta que mi mente recobra la lucidez y asimila dónde estoy.

¿Por qué estoy aquí? Desde que llegué, hay días en los que me hago esa pregunta. Por qué estoy justamente aquí y no en otro lugar. Tengo la convicción de que todo en esta vida ocurre por alguna razón y que las decisiones que tomamos y los caminos que recorremos nos llevan hacia algún sitio por algún motivo. Por lo tanto sé que si estoy aquí, es porque así debe ser. Pero aún flotan muchas preguntas sin respuesta en el aire…

El viernes por la noche, decidimos salir a bailar a un club que está en el interior de la Antigua Fortaleza. La verdad es que no estaba excesivamente animada porque ha sido una semana agotadora en la que he tenido que estar de aquí para allá acudiendo a los diferentes departamentos de la universidad para intentar arreglar los papeleos con respecto a las asignaturas y en realidad aún no he solventado nada… El caso es que mi ánimo no era el más propicio para hacer nada en especial esa noche, y a pesar de ello acabó convirtiéndose en una noche realmente mágica.

Un manto de estrellas increíble cubría el cielo mientras recorríamos el camino que nos conducía a la fortaleza y subíamos las escaleras que nos llevarían al punto más alto donde está ubicado el club. Hacía mucho tiempo que no contemplaba una noche tan radiante como esa y decidí permanecer unos instantes en el borde de la muralla observando la perfecta combinación del cielo, las luces de la ciudad a lo lejos y las aguas serenas allí abajo. Era casi hipnótico, podría haberme pasado horas allí…

Después, llegamos al lugar y la noche fue transcurriendo entre risas y baile, hasta que, en un momento dado, Ilze y yo decidimos salir fuera a inspeccionar los alrededores y acabamos sentadas en las escaleras de St.George Temple, un templo griego que está justo al lado del club donde nos encontrábamos. Allí estábamos, cobijadas por las vastas columnas y admirando la enorme construcción griega. Ciertamente, no es algo que hagas todos los días. Y es que ¿cuántas veces en la vida puedes salir de fiesta dentro de una fortificación medieval que se encuentra al lado de un templo griego?

Esa noche, muchas de las preguntas que revolotean en mi cabeza obtuvieron respuestas. Pude percibir la magia. Esa magia que aunque a veces nos suele pasar inadvertida, habita en los rincones más inesperados… La magia de estar aquí y ahora.

martes, 21 de febrero de 2012

Mi gran aventura griega

Te encuentres en el lugar del mundo en el que te encuentres, sigues siendo la misma persona, tu esencia es la misma. Solo cambia el lugar en el que fluyes.

Hace ya 19 días que aterricé en esta isla y por momentos mi mente parece no asimilar que estoy aquí, pero así es. Cada mañana, cuando me levanto y miro a través de la ventana de mi casa y veo el mar ahí abajo, soy consciente de que realmente estoy aquí.

No sabría definir con palabras todas las sensaciones que me han invadido durante los primeros días de mi estancia en Kerkyra. Cuando llegas a un lugar nuevo todo es extraño y algo caótico al principio. Las calles, el idioma, las tradiciones… De pronto, se abre un abanico repleto de posibilidades ante tus ojos y por unos instantes los sentidos se aturden ante tantas opciones. Considero que es algo mágico poder descubrir un lugar por primera vez. La primera vez que te pierdes, la primera vez que escuchas una palabra que no conocías, la primera vez que vuelves a casa contemplando un paisaje que jamás habías admirado antes… Desde que estoy aquí, he experimentado un sinfín de “primeras veces” que tiñen cada nuevo día de una sensación peculiar.

Ayer comencé las clases de griego. Después de tres semanas escuchando un idioma completamente desconocido para mí, por fin he comenzado a adentrarme de lleno en su mecanismo. De hecho, lo estaba deseando, puesto que conociendo varios idiomas, es una sensación muy frustrante encontrarte en un lugar y no entender ni una sola palabra de lo que oyes a tu alrededor.

He de decir que me parece un idioma muy interesante y complejo a la vez. Creo que voy a tener que dedicarle muchas horas, pero estoy segura de que valdrá la pena. Solo llevo dos días recibiendo clases y ya estoy progresando más de lo que esperaba. De hecho, hoy, estando con Ilze en una cafetería tomando té, nos hemos puesto a leer en voz alta las frases que había en los diferentes sobres de azúcar que se encontraban sobre la mesa y la dueña del local, al escucharnos, nos ha estado corrigiendo e incluso nos ha explicado el significado de algunas palabras. Ha sido muy gratificante. Ilze y yo vamos por la calle leyendo todos los carteles que encontramos desde que empezamos con la fonética. Es divertido.

Hoy no ha llovido. Así que he podido volver a mi casa bordeando el mar como suelo hacer en los días soleados y parándome por el camino a contemplar el vaivén de las olas con el contraste de las montañas de Albania a lo lejos. De vez en cuando pasa algún barco surcando las aguas y mi mente se deja llevar imaginando a dónde irá o de dónde vendrá…

Me quedan infinidad de momentos por estrenar aquí. Mi gran aventura griega…